Con más de setenta años de trayectoria, la obra de
Valenzuela se caracteriza por la línea como la “joya de la corona” del universo
valenzueliano; ella ordena todo, va delante definiendo la lógica de la
secuencia constructiva, articulando los campos de color para conformar la
composición que será siempre marcadamente bidimensional.
En su largo devenir han aparecido y reaparecido
constantemente la mujer, el norte, Cristo y el Sol. El mismo autor muestra al
divino Jesús en éxtasis de amor al Padre. A la vez a la figura femenina desnuda
y provocante. Estos temas los ha hecho, con más o menos luz, con más o más
color. Hasta llegar a la conjugación perfecta, esa que vibra en los cuadros más
maduros de su creación personal.
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